En la especie humana y en muchos otros primates, existen tres tipos diferentes de células fotosensibles llamadas conos cada uno de ellos es sensible de forma selectiva a la luz de una longitud de onda determinada, verde, roja y azul. Esta sensibilidad especifica se debe a la presencia de unas sustancias llamadas opsinas. La eritropsina tiene mayor sensibilidad para las longitudes de onda largas de alrededor de 650 nanómetros (luz roja), la cloropsina para longitudes de onda medias de unos 530 nanómetros (luz verde) y por último la cianopsina con mayor sensibilidad para las longitudes de onda pequeñas de unos 430 nanómetros (luz azul). El cerebro interpreta los colores a partir de la razón de estimulación de los tres tipos de conos.
Los conos de la curva de sensibilidad espectral de longitud de onda mediana («M») coinciden con los de las longitudes de onda corta («S») y larga («L»). La luz de cualquier longitud de onda que interactúa con los conos M también pueden interactuar con los conos S y L, o ambos, hasta cierto punto. Por lo tanto, no existe una longitud de onda, y no hay distribución espectral de energía no negativa, que excite sólamente conos M sin excitar los conos S o L. La excitación hipotética del cono M solo correspondería a un color verdoso imaginario que cualquier verde físico, correspondiendo a un distribución espectral de energía con un poder positivo en la longitud de onda (media) y poder negativo (no físico) del verde en las las longitudes de onda rojo y azul (largo y corto).
En pocas palabras: no existe una longitud de onda o estímulo físico capaz de excitar un solo cono sin excitar los otros dos.
El diagrama de color CIE 1931. Las regiones blancas corresponden a los colores imaginarios.
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